miércoles, 1 de mayo de 2013

Historiadores: Virgen de la Amargura


La idea de adquirir una Virgen parte de tiempo atrás, pero hasta el año 1988 no es cuando se comienzan a realizar las gestiones pertinentes para la adquisición de una nueva escultura de la Virgen Dolorosa. Se tuvieron unos primeros contactos con el imaginero sevillano Manuel Hernández León y el madrileño Faustino Sanz Herranz para conseguir una imágen de talla completa avalada por el prestigio de estos dos grandes escultores, pero al saber el abultado precio la Cofradía adquirió una imágen de candelero. Tras varias deliberaciones la Cofradía deposita toda su confianza en el joven imaginero sevillano Miguel Bejarano Moreno, que plasmó en su obra una estética neobarroca.
La imagen es una Dolorosa de tamaño natural, aproximadamente 1,65 metros, en la que se han tallado únicamente cabeza y manos. Su rostro, formado por un óvalo facial de correctas proporciones, expresa una gran sensibilidad y sentimiento. Los ojos, policromados en propia madera, expresan ese sufrimiento y angustia por la muerte del Hijo. Su boca queda entreabierta que deja entrever su lengua y sus dientes tallados. En la mejilla posee tres lágrimas para intentar plamar aún más su doliente amargura.
El pelo, tallado en moño recogido a la espalda, sigue toda una tradición barroca de influencia romana. Las manos quedan entreabiertas, para portar el rosario y el pañuelo. Los brazos, en actitud de porte, se le cierran demasiado cuando procesiona lo que hace que uno se superponga sobre el otro en lugar de abrirse de forma lineal para conseguir una talla parecida a las Dolorosas Sevillanas.
Cuando procesiona se viste con saya blanca y manguitos negros, con tocado de puntilla que remarca el óvalo de la cara. Su manto negro le da un porte elegante. Procesiona coronada por una diadema formada por un halo de ráfagas terminadas en estrellas y rematadas por una cruz.

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